Lima, con 8 millones y medio de habitantes, es la ciudad más poblada del mundo ubicada en un desierto y con extremo estrés hídrico.
A diferencia de El Cairo, nuestra capital no cuenta con las voluminosas aguas del Nilo, el cual tiene un caudal promedio de 2,830m3/s. En Lima, combinando los aportes promedio de caudal mensual de los ríos Rímac, Chillón y Lurín obtenemos un caudal de 39 m3/s (SENAMHI, 2005).
¿Qué tan conscientes somos de esto? ... Aparentemente no mucho. Sólo en los distritos de La Molina, Miraflores, Surco, Cercado de Lima, y El Callao, se utilizan casi 300,000 m3 mensuales de agua potable para el riego de sus parques (SEDAPAL); mientras que más de 1 millón de habitantes en Lima y Callao no cuentan con acceso directo a agua potable.
Es evidente que vivimos bajo patrones sociales y culturales de uso y disposición del agua que están en conflicto con la realidad de nuestra ciudad. Por otro lado, la preocupación medioambiental es una nueva tendencia que viene creciendo en Lima desde las últimas dos décadas. Actualmente existen iniciativas públicas y privadas que promueven el uso sostenible del agua, buscando la armonía entre el ambiente -en relación con nuestro desértico contexto-, la rentabilidad económica y diversos beneficios para la sociedad.
En el blog pretendemos mostrar algunos ejemplos de cómo es posible usar conscientemente el agua. Específicamente nos centraremos en el reuso del agua puesto que, en una ciudad desértica como la nuestra, el reciclaje del agua no sólo es una opción sino una obligación.